Arrimar el hombro

Los ajustes del mercado siempre los pagan los más débiles, con despidos, más impuestos, menos prestaciones, etc. Finalmente, cuando el ajuste ha finalizado, nunca se vuelve a la situación de partida, es decir, nunca se recuperan los derechos perdidos.

En el BOE de fecha de 16 de mayo de 2009, aparece como “curiosidad” el acta de reducción salarial de los trabajadores de una empresa gallega, en base a que, según el comité de empresa, “dada la situación actual de crisis general en España, todos tenemos que hacer un esfuerzo y tirar juntos hacia una misma dirección”.

Después de lo que ha llovido este verano entre la subida de impuestos (los indirectos), el informe de los Técnicos de Hacienda respecto a quiénes pagan más al fisco en este país (los que menos tienen), las Sociedades de Inversión de Capital Variable (la cueva de Alí-Babá), la situación de la bolsa (¡sigue subiendo! ¿Pero no quedamos en que hay crisis?), y la pensión de prejubilación del consejero delegado del BBVA Goirigolzarri (sin comentarios)… Eso de “crisis general” y “todos juntos en una misma dirección”, son argumentos que resumen la filosofía que están aplicando tácitamente los sindicatos oficiales desde que comenzó eso que llaman “crisis”, y que merecen una serie de puntualizaciones.

En estos momentos no hay una crisis, entendida como una situación de bancarrota del sistema… ¡Ya nos gustaría! Lo que está ocurriendo es otra nueva reconversión o una reestructuración del mercado que, esta vez, afecta mayormente al sector servicios y a los sectores que viven de la especulación y del consumismo, sectores que se han vuelto tradicionales en España, después que la reconversión de los años 80 del siglo pasado dejase al país sin industria pesada.

La reconversión de los años 80 vino precedida de la llamada “crisis del petróleo” de 1973; mientras que esta reconversión está precedida de una crisis provocada por una política monetaria que favoreciendo el consumismo sin tasa, pretendía demostrar que la sin razón capitalista es posible: con la finalidad de obtención de lucro y acumulación de capital privado, su lógica persigue que se consuma más, para crear más riqueza… y así hasta el infinito. Infinito que se acaba cuando los pobres no tienen con qué pagar.

Ahora bien, en la reconversión de los años 80, el gobierno de aquella se vio obligado a dictar un decreto para amparar a los trabajadores de las consecuencias derivadas de las regulaciones de empleo, extinción de contratos y prejubilaciones. En esta reconversión, debido al desplome del movimiento obrero, no hay más que un subsidio de 400 euros.

Los ajustes del mercado siempre los pagan los más débiles, con despidos, más impuestos, menos prestaciones, etc. Finalmente, cuando el ajuste ha finalizado, nunca se vuelve a la situación de partida, es decir, nunca se recuperan los derechos perdidos.

Que los representantes legales de los trabajadores piensen que la crisis afecta a todos por igual y que, por tanto, corresponde a todos tirar juntos en una misma dirección… ¡qué nadie se equivoque! No se trata de candidez, sino de hipocresía.

El Gobernador del Banco de España pide otra reforma laboral, ¿para cuándo una reforma empresarial? ¿Y cuánto habrá que esperar para que los trabajadores realicen una reforma sindical? La respuesta, como diría Bob Dylan, está flotando en el viento.

* Artículo escrito por Juan Armada, afiliado a la CNT de Vigo, y aparecido en el periódico «cnt» nº 361, correspondiente al mes de noviembre de 2009


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