Denuncia pública: La represión no parará la lucha por Palestina

El pasado 11 de septiembre nos sumamos junto a la Plataforma Solidaria con Palestina de Valladolid al boikot por la participación del equipo Israel Premier Tech en la Vuelta Ciclista a España a su paso por la ciudad. Era una etapa contrarreloj cuyo recorrido fue reducido a doce kilómetros de que la organización supo que se convocaban protestas.

La Vuelta Ciclista a España no es un evento deportivo al uso: trastoca nuestras rutinas, recorre nuestras calles, plazas y barrios y atraviesa nuestros pueblos, con el trasfondo de blanquear/patrocinar un genocidio. Por ello, pese a quien pese, Valladolid respondió. Salimos a la calle por Palestina con la cabeza alta. Desde las plazas y barrios, las vecinas organizadas llenamos el centro de nuestra ciudad con kufiyas y banderas sintiendo la fuerza de la oleada de solidaridad de los diferentes territorios que habían protestado anteriormente.

La respuesta de los cuerpos represores del Estado a esta solidaridad de clase no se hizo esperar. Nos encontramos con una ciudad blindada por casi mil efectivos en un despliegue policial inaudito que nos recibe con porras, cascos y escudos. Un cordón policial dentro del recorrido, junto con otro a nuestra espalda trataron de impedir el libre ejercicio de nuestro derecho de manifestación y de libre expresión. No sólo reprimieron las dos incursiones en la calzada, una de ellas con dos militantes detenidos; cualquier acto como el canto de consignas, los golpes en las vallas o el ondeo de banderas, fue coartado a golpe de identificaciones arbitrarias, expedientes sancionadores y detenciones.

Nos provocan “pese a nada y contra todo”: sin motivo, con saña, como si reprimir fuera su única respuesta a la lucha por la libertad. Esto no es más que la violencia institucional de quienes protegen intereses criminales y del capital. Rompen banderas de resistencia y humanidad en mitad de gritos que denuncian la vergüenza policial. Si actúan así con testigos, ¿qué harán cuando no hay cámaras ni denuncia posible? La historia de siempre: abuso, violencia policial e impunidad.

Estamos hartas, pero no vamos a callar. Cada ataque nos recuerda de qué lado estamos. Y la rabia que sentimos no es gratuita: es memoria, impulso y resistencia. Tenemos la fuerza de la solidaridad, del internacionalismo, de la dignidad.

La lucha por Palestina es la lucha contra el fascismo global.

Porque denunciar un genocidio no es un delito, es un deber. Y por cada insulto, cada golpe, cada multa y cada detención, más fuerte late el corazón colectivo que grita: ¡Palestina vencerá!

Contra su orden y su autoridad.

Contra el fascismo con placa y uniforme.

Contra los gobiernos cómplices del genocidio.

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