Carta a los jueces de la audiencia nacional

Extraido de «Bajo la Alfombra» Blog de Pepe Lozano

“Hay veces en que se ve claro. Dolores que te muestran con meridiana claridad
algunas de las claves de este mundo. No hay como sufrir para dejar de
teorizar. Sentir en tu vida la realidad del reparto de la muerte, es la
forma más rápida de ponerte en el lado adecuado. Ya no hay teorías de
sufrimiento, el sufrimiento viene como golpe monstruoso y se lleva de un
zarpazo una vida que corría pareja a tu vida.
Desde ese momento, te hermanas con lazos de sangre y dolor con los que
sufren, con los perdedores. Cientos de miles de desdichados, violentados,
torturados, asesinados. Entiendes lo que significa lo que lees en las
noticias mientras desayunas, lo que tus ojos contemplan sin mirar mientras
ves explosiones y sangre, que ocurren más allá de la gran pantalla de la
televisión. Y de golpe, tienes más apellidos. Percibes que eres parte de una
gran familia.

Duele. No puedo negar que duele. Aunque nos lo esperásemos. A pesar de
intuir la mano larga del Imperio, la ley del silencio cayó como sal sobre
nuestra herida, sinónimo de hiel arrojada contra nuestro muerto.

Se bien que ese viernes maldito, los prohombres de la Sección Segunda de lo
Penal de la Audiencia Nacional, dieron el paso y atravesaron la frontera que
separa el bien del mal. Que a sabiendas, se pusieron al servicio del lado
tenebroso, que mutaron el color de su alma.

Os veo en vuestro despacho un viernes de marzo, filtrando vuestro vomito a
la prensa para cogernos desprevenidos, mientras planeáis vuestro fin de
semana que os llevara a disfrutar con vuestros hijos o nietos. Yo os veo,
mientras acariciáis a vuestros familiares. Veo la sombra de cuervos negros
que ya no os abandonará nunca y percibo a cada paso que dais como buitres
carroñeros, el chapoteo de la sangre que vertió a chorros la pierna
destrozada de mi hermano, los intestinos colgando de Taras, la vida
machacada de Tareq o los sufrimientos de tantos otros, a los que les habéis
legalizado la muerte bendiciendo a sus asesinos.
Os siento babeando con la lengua fuera, mientras movéis el rabo ante el amo
agradecido. Se que a partir de este viernes de marzo os recibirán de buen
grado en Washington, dónde de seguro seréis hombres de bien, demócratas
defensores de los Derechos Humanos, próceres de rectitud Tejana, firmes
candidatos a la medalla del Congreso.
Hay momentos en que uno elige de qué parte está, a quien sirve y a quien
debe lealtad. En nuestra historia, en la historia de la humanidad hay miles
de ejemplos que inspiran a unos y otros. Hay jueces que bendicen los
asesinatos de civiles y hay jueces que intentan perseguirlos, hay justicias
pequeñas que claudican y otras que aún sabiéndose minúsculas se engrandecen
enfrentándose a las injusticias grandes y poderosas.
Hoy no sois más que las togas de la impunidad, los leguleyos de la
injusticia postrados ante los nuevos nazis que no reconocen ni Derecho
Internacional ni Justicia Humanitaria. Vosotros, jueces abyectos, dais
pábulo a los servidores del mal y os ponéis al servicio de los que torturan
en Abhu Garib, de los que no dan derechos en Guantánamo, de quienes
secuestran en Europa, de los que subcontratan la tortura, de los que
cañonean periodistas.
Os dieron igual las pruebas presentadas, las filmaciones, las decenas de
testigos, las evidencias. Obviasteis el desprecio a nuestras leyes, a los
Convenios Bilaterales, a las Convenciones de Ginebra. Olvidasteis vuestro
juramento deontológico que os ponía al lado de los civiles y elegisteis la
senda de la injusticia y de la muerte.

Si, os veo. Os puedo ver, mientras inclináis la balanza de lado poniéndole
una venda de barras y estrellas. Indignos y desvergonzados, dictando el
nuevo modelo de guión para encubrir el asesinato de civiles. ”Identificación
errónea del enemigo”, “Acto de guerra”, futuras coartadas en manos de los
profesionales de la matanza.
Hay dolo en vuestras palabras manchadas de tierra para enterrar a mi
hermano. Hay dolo en vuestros desprecio a las leyes que jurasteis defender.

No se que me espera mañana, que futuro hay detrás de la firme determinación
de luchar por la Justicia. Realmente no me importa, pues hace ya tiempo que
elegí mi sitio y se de que lado van mis pasos. Que mientras me acompañen las
fuerzas me tendréis enfrente con la cabeza bien alta y la mirada limpia,
pues yo que ni siquiera he rozado la muerte puedo miraros con la cabeza bien
alta a vosotros, que aun repletos de títulos, laureles y despachos, un
viernes de marzo, legalizasteis el asesinato de mi hermano.

José, hoy como hace tres años, escupo en la cara de tus asesinos y sus
cómplices mientras grito con lágrimas en el corazón:

JOSE COUSO CRIMEN DE GUERRA
INVESTIGACIÓN Y JUSTICIA

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