La huelga vale para mucho. Para mucho.
Lo fácil sería rebatirte diciendo que es gracias a una huelga cómo los estibadores siguen teniendo las condiciones que les querían quitar. Y al igual que ellos (caso mediático en la tele hace dos años) existen otros tantas ejemplos, otras experiencias, silenciadas (trabajadores de Cuétara, limpiadoras en el aeropuerto de Ibiza, portuarios en Barcelona, cuidadoras en las residencias en el País Vasco, trabajadoras de Bershka… El “etc.” es realmente larguísimo, ¡mucho más de lo que piensas!; lo que pasa que no nos lo ponen por la tele, no vaya a ser que…).
Una cosa a nombrar es que una huelga ha de hacerse también con un sentido de empatía. Ha de tenerse en cuenta: ese día, muchas personas se van a jugar sus puestos de trabajo, van a poner en riesgo posibles acosos en sus empresas hacia su persona, o también a poner en riesgo promesas que tenían de sus encargados respecto a diversos temas (me tienen apalabrado darme tal fin de semana, tengo una boda…).
También ese día, en las calles, en los piquetes, a veces gente termina multada e incluso detenida y/o con penas de cárcel. Dirás, “¡joder!, ¿y me quieres animar a ir a la huelga con estas palabras?”. Si cito esto no es por querer desanimar a que hagas la huelga. Es por querer hacer ver que mientras otras personas se están jugando el pellejo, mientras que se están partiendo la cara por los derechos de todas, tú no puedes faltar en tu curro porque ___________________________ (añade aquí la excusa que prefieras. Sí, excusa). De ahí que hable de empatía con quien ese día sale a la calle y del sentido que tiene estar todas del mismo lado y no haciendo el esquirolaje a quien se juega no sólo el puesto sino en ocasiones mucho más. Y sí, por el bien de todos nosotros.
Y ojo, es real, porque ser clase trabajadora no es ningún sentimiento, es algo objetivo. Otro tema es que no nos sintamos identificados como clase obrera (y ese es otro tema).
Una huelga también sirve para ganar experiencia: organizarla, legalizarla, difundirla, organizar piquetes, participar en ellos, hacer reuniones, organizar los espacios de cuidados, aprender a parar una ciudad de forma eficaz… No se hace solo. A todo se aprende haciendo. Las huelgas también. Es lo que antaño lo llamaban hacer “gimnasia revolucionaria”, en esos tiempos en los que se la jugaban porque, aunque tenían mucho que perder, también eran conscientes de lo que se jugaban si no se organizaban y le echaban un par (sea de huevos o de ovarios).
Pero hay más. No me voy a extender porque la idea no es hacer un libro (aunque el tema da para ello), pero sí deseo nombrar el factor “empoderizante” de la huelga.
Hacer huelga en el curro, por lo general, da miedo. Pero miedo no sólo al despido o a las represalias de la empresa (que también). Me refiero al miedo a significarte de cara a los propios compañeros, a tomar una postura, ese decir: yo hoy voy por aquí (nota: no hacer huelga también es tomar una postura, lo que pasa que como es la postura dominante, se interpreta como seguidismo). Cosas que se nos vienen a la mente son “qué dirán los compañeros” o“me toca dar explicaciones”. Y sí, la cuestión es que precisamente las explicaciones a dar no es algo que esté muy de moda que digamos: “Hola, es que voy a parar porque sé que soy clase obrera y quiero pelear por lo mío”. Pues no, hoy por desgracia está mucho más normalizado el “Puigdemont_______________________”. Demasiadas personas aún no entienden algo tan sencillo como que son clase trabajadora y que sus intereses son distintos a los de la patronal.
Hacer huelga sirve para reconocernos como grupo (como clase). Que sí, que suena antiguo, pero no lo es. Y si lo fuera por qué ibas a tener miedo a hacer huelga. Huelga sirve también para empoderarte como persona (sí, a título individual, porque aquí nadie habla de renegar del valor y la importancia del individuo).
Y no se ha dicho, pero que quede claro: una huelga también vale para meter miedo (no sólo para perderlo). Vale para decir a los de arriba, a las patronales, a la banca, a las clases políticas: nosotros, si nos da la gana, paramos la producción, paramos el país. Porque el país, ¡sorpresa! lo manejamos y hacemos funcionar nosotros. Y, tanto darme cuenta nosotros, como el que ellos se den cuenta, de que tenemos la sartén por el mango, para nosotros es un golpe de autoestima, un subidón. ¡Podemos lograr cosas! Hoy es el 8M, y ¿mañana? Y para ellos es miedo, es un “que despiertan”, “que se enteran que pueden apañárselas sin nosotros”, “joder, como cojan la costumbre de pelear, de organizarse, de encontrarse unos con otros, de reconocerse unos en otros, de dejar de dividirse por____________________ y empiecen a tomar conciencia de que quien les jode la vida está arriba”.
La huelga es más que lograr tal o cual reivindicación. La Huelga, en este 2019 que nos encontramos, con una clase trabajadora con una conciencia de clase que está bajo mínimos, en este contexto, ahora mismo, la huelga tiene todo el sentido del mundo; como siempre lo tendrá mientras estemos explotados, que es como estamos, que es de lo que se trata.
La alegría de parar y jugarme el pellejo junto con los compas, de vernos y sentirnos dignos, de remar juntos por valores en los que confiamos. Porque para nosotros y para nosotras los valores del feminismo son muy importantes. Porque confiamos en la igualdad de las personas por encima de su género, de su orientación sexual. El feminismo para nosotros es un valor muy importante y nos merece y mucho pelear por él. Porque queremos vivir en una sociedad en la que se pueda abortar, en la que hacerlo no suponga poner en riesgo la propia vida, una sociedad en la que dos mujeres se puedan besar, una sociedad en la que mujeres pobres no tengan que parir para satisfacer los deseos de mujeres ricas, una sociedad en la que una mujer no tenga que tener miedo por el simple hecho de ir sola por la calle.
Por todo esto y por más, a la huelga compañeros, a la huelga compañeras.
Feminismo Vs Machismo
Clase Obrera Vs Capital
#FeminismoDeClase
#8MSinEsquiroles
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Fuente de las imágenes: http://nosotras.cnt.es/